La danza en el teatro venezolano
La
historia de la danza moderna en Venezuela resulta fascinante no sólo por su
comprobado legado artístico –abordado por especialistas en la materia- sino
también, y con mayor acento en este ensayo, por el juego de influencias que
suscita su relación con el teatro tanto en el trabajo interpretativo del
bailarín como en el manejo del cuerpo como instrumento del actor (Pérez y
Galindo:2006). En ese sentido, la figura de Grishka Holguín se presenta
significativa a la hora de engranar la trayectoria de ambas disciplinas en que
confluye la danza-teatro (Tanztheater)
y esto con el fin de esbozar la línea de estudio que conlleva la danza en el
trazado histórico del teatro nacional.
La
danza moderna o la danza libre es una forma de expresión que surge a principios
del siglo XX contraviniendo las reglas y criterios del ballet clásico y
prevaleciendo la interpretación y visión personal del bailarín o coreógrafo a
partir del movimiento. Según Labatte (2006) el cuerpo danzante clásico:
alineado, absolutamente verticalizado, etéreo, virtuoso y muy distanciado del
cuerpo ‘cotidiano’ del espectador va a ver nacer un cuerpo diferente para la
danza que recupera para la escena, en un sentido vital, la evidencia de una
materialidad terrena. Las contribuciones teóricas que llevaron a cabo
precursores como François Delsarte, Jaques Dalcroze y Rudolf Laban en el
intento de socavar las ideas reduccionistas del movimiento propias de la
dinámica de la industrialización -que lo concibe como mera mecánica articular y
muscular-, además de la anteposición de la mente sobre el cuerpo que tan sólo
le sirve de cajón son rupturas que se vienen a reforzar con los cambios
políticos y socioeconómicos que trajo consigo la culminación de la Primera Guerra
Mundial. En este contexto se desarrolla el arte moderno sustentado en las
nociones de libertad = autonomía que en su manifestación dancística se presenta
en dos grandes epicentros: Norteamérica y Alemania a través de los pioneros de
la danza libre: Loie Fuller, Isadora Duncan, Mary Wigman, Ted Shawn y Ruth
Saint Denis, quienes logran asentar principios innovadores de creación
artística que se acercan a la complejidad de la experiencia humana, sus
emociones y sus conflictos. Así mismo, del período de entre guerras surge una
nueva ola de creadores de la danza: Martha Graham, Doris Humphrey y José Limón;
cuya mayor aportación constituyen sus propuestas de formalizaciones técnicas
que van a tener un radio de influencia muy importante sobre todo en dos discípulos
de Graham: Kurt Jooss, quien en los años 30 utiliza por primera vez el término Tanztheater y Merce Cunningham, quien
rompe en los años 50 con los parámetros de la técnica y propone en rigor un
nuevo pensamiento y práctica escénica alejada de los elementos expresivos de la
danza moderna para sumergirse en lo que desde entonces ha caracterizado la
danza posmoderna, deslastrada de la obligación de significar en cuanto presenta
el cuerpo danzante en plena objetividad, en plena acción. Ya en los años 60 reaparece
el término «danza-teatro» en el contexto de la Guerra de Vietnam y del mundo
hippie para calificar una especie de híbrido de las tendencias Graham y
Cunningham, con acento en éste último, en lo que se conoció como el JUDSON DANCE THEATER que
hace gala del performance para
designar «el acto más que la representación». Y en los 70, Pina Bausch al
frente del TANZTHEATER DE
WUPPERTAL ofrece lo que se considera el paradigma de la
danza-teatro, en donde presenciamos una vuelta al relato pero a través del
relato coreográfico que organiza el sentido en fragmentos y repeticiones para
instalarse, en muchos casos, en la propia materialidad del cuerpo y en la
historia de los intérpretes, guardando la teatralidad en ese proceso que supone
una gama de significantes.
Michele
Febvre, en su libro Las paradojas de la
danza-teatro, señala que entre dos aguas fluye la historia de la danza
occidental, entre esos dos extremos en tensión a los que ha denominado el
«impulso de la danza».
El gusto por bailar simplemente, el disfrute del puro juego con la propia dinámica corporal, con el movimiento, con los esfuerzos, las variaciones, el cansancio, etc. y el no menos fuerte deseo de «dar sentido, emoción», deseo de expresar y de decir algo a alguien.
La tensión entre estos dos extremos, entre el placer de hacer y la necesidad de decir, entre la fuerte presencia de la materialidad real del cuerpo, del espacio y de la dinámica del movimiento y lo que este material viene a sustituir, lo que viene a «representar», va a signar toda la historia de la danza del espectáculo occidental, desde aquella primera manifestación, allá por los finales del siglo XVI, hasta hoy. Inclinando la balanza en un sentido o en otro según los períodos y según los diferentes creadores. (En: LABATTE ob.cit:12)
Isadora Duncan by Edward Gordon Craig
|
Grishka
Holguín, bailarín y maestro coreógrafo, nació en México en 1922 y a finales de esa década emigra con su familia
a los Estados Unidos, en plena época de la Gran Depresión (1929-1932). En ese
país asiste a la escuela primaria donde descubre su afición por el teatro y la
danza a través de las actividades extra-cátedras: primero la actuación y luego,
a los 10 años de edad, nociones de ballet clásico en el CONSERVATORIO DE MÚSICA Y DANZA de
Hollywood. A los 18 años recibe clases formales de actuación en el THEATRE GUILD de
Los Ángeles, con Katherine Moore conformando el elenco de Asesinato en la catedral de T.S. Eliot, y por una iniciativa de
esta directora de teatro a sus alumnos ingresa en paralelo al curso de danza
para actores del DANCER THEATRE del
maestro coreógrafo Lester Horton (con influencias de Graham y Wigman).
Él [Horton] tenía un
galpón inmenso en Beverly Hills, y recuerdo que tuvimos que entrar en silencio
porque estaban a mitad de ensayo de la obra Salomé, basada en la leyenda, pero
que no contaba la historia de manera literal. Sonaba una música de percusión y
el escenario estaba conformado sólo por cubos. Me quedé con la boca abierta
cuando vi todo aquello. Ellos mismos construían la escenografía, que variaba de
acuerdo a la disposición de los cubos y hacían su música de percusión, al
tiempo que usaban flautas, para mí fue algo muy importante. (Holguin en: GÓMEZ:
1999: 20)
Teatro
y danza copan el tiempo de Holguín hasta que Horton lo invita a formar parte
del elenco estable de la compañía, pero éste decide regresar a su tierra natal,
México, con el propósito de reencontrarse con sus lazos familiares y continuar su
carrera de actuación. Una vez en la nación azteca, se inscribe en el TEATRO DE LAS ARTES (1939)
con el reconocido director de teatro japonés en el exilio, considerado por
muchos el padre del teatro mexicano, Seki Sano (1905-1966). Es importante
detenernos en la figura de este maestro de teatro como influencia artística que
marcará en buena medida el trabajo dancístico-formativo de Holguín.
El
maestro nipón contribuye a la modernización del teatro japonés. Ingresa a la
Facultad de Derecho de la Universidad Imperial de Tokio y según la
investigadora Michiko Tanaka (1996) el suceso del terremoto de Kanto en 1923 lo impulsa a
encontrar en el teatro un refugio para la comprensión de la vulnerabilidad y a
la vez solidaridad humana mediante el desarrollo de un teatro comprometido con
la causa social que va ser perseguido por su activismo político, motivo por el
cual fue varias veces encarcelado hasta que finalmente el régimen lo expulsa
del país en 1931. Viaja a los Estados Unidos y a varios países de Europa, entre
ellos Alemania, atraído por el cine de la época y la influencia del teatro
político (Piscator/Brecht) y, desde este último país, asiste en representación
de la Organización Internacional de Teatro Revolucionario a un festival teatral
en Rusia donde pasaría un año sorteando la militancia y movida teatral hasta que decide
ingresar en 1932 al TEATRO DE
ARTE DE MOSCÚ de la mano del gran maestro Konstantin Stanislavski
(1863-1938) que tendría entre sus discípulos a Vsevolod Meyerhold (1874-1940)
de quien llegó a ser asistente de dirección entre los años 1934 y 1937. En una
entrevista a Emilio Carballido, publicada por la revista Tramoya en 1976, Seki
Sano nos apunta en algo esa época de su vida.
Seki Sano.- Maestro,
quiero estudiar con usted.
Stanislavski.- (Me veía)
¿Qué quiere aprender de mí?
Seki Sano.- Dirección de
escena.
Stanislavski.- Se equivocó
de puerta, vaya con Meyerhold: ¡Fin de la entrevista! (Fui con Meyerhold)
Meyerhold.- ¿Viene de
Japón? Qué bueno, quédese aquí, puede aprender lo que quiera y me enseñará a su
vez teatro clásico japonés. (Y me quedé cinco años) (p.9)
Seki
Sano, como asistente de dirección de Meyerhold, fue el encargado de registrar
los estudios de por lo menos 20 años de puestas en escena de Stanislavski en el
TEATRO DE ARTE DE MOSCÚ
[Danchenko/Stanislavski-1898] en algunas de las cuales el propio Meyerhold había
participado como actor en los inicios, porque es a partir de las
consideraciones sobre el primer «estadio de las vivencias» del método
stanislavskiano de donde parte la revisión meyerholdiana del trabajo y
preparación del actor y del teatro en general que daría cuenta de sus propios
hallazgos teóricos: uno de ellos es «la convención consciente» en la
experiencia del TEATRO
ESTUDIO
(apéndice del TEATRO DE ARTE
DE MOSCÚ)
de 1905 y en consecuencia otro de sus aportes «la biomecánica» en su propio LABORATORIO DE TEATRO
donde Seki Sano se encargaría ya en los últimos años de recoger su legado.
Meyerhold se opone al realismo psicológico de Danchenko y al naturalismo que
supone el sistema de las vivencias stanislavskiano, en especial la denominada
«memoria emotiva» una psicotécnica teatral que propone al actor evocar las
experiencias emotivas de su propia vida y desplazarlas al proceso de creación
del personaje para llevar al extremo el sentido de «verdad» en la escena. Las
objeciones que Meyerhold hace de esta técnica actoral las encontramos en la
recopilación que de sus textos teóricos realiza Juan Antonio Hormigón citado
por Pérez y Galindo (2006) en el que apunta que la emoción siempre sobrepasa al
actor, al punto que no podía responder a sus propios movimientos y de su propia
voz; faltaba el control y el actor naturalmente no podía garantizar el éxito o
el fracaso de su interpretación. Por este motivo emprende una cruzada por el
antinaturalismo que va a anteponer la razón (control y equilibrio) a la
emoción, la mentira a la ilusión de verdad, la forma para llegar al contenido, y
a lo que accede a través del simbolismo, el futurismo, el constructivismo y el
grotesco esgrimiendo «la estilización» en la toma de conciencia del teatro como
convención.
Entiendo por estilización,
no la reconstrucción exacta del estilo de una época o de un suceso, como lo
hace la fotografía, sino que lo asocio a la idea de la convención consciente,
de la generalización, de símbolo. Estilizar significa exteriorizar la síntesis
interior de una época o de un acontecimiento con ayuda de todos los medios de
expresión posible. (Ibídem: 23)
El
teatro emerge de la vida, habla de la vida, se nutre de la vida, pero no es la
vida, es un arte (de artificio) y como tal se maneja bajo sus propios
parámetros y convenciones. En ese sentido, la propuesta meyerholdiana apunta a
la reivindicación de la teatralidad en la escena, del lenguaje teatral que va a
tener como principal mecanismo el cuerpo del actor. El movimiento rítmico del
cuerpo humano en el espacio le recuerda al actor que su arte tiene orígenes en
la danza, y la palabra ya no será entonces el medio de revelación por
excelencia, delegando esta tarea al movimiento que permite el misterio, una
zona oscura a develar, pues, la verdad de las relaciones humanas está
determinada por el gesto, las poses, las miradas, los silencios cuyas alusiones
debe completar el espectador de manera creativa con su imaginación. El actor
tiene como desafío desarrollar la ilusión vivida en su cuerpo para que el
espectador pueda percibirla y significarla y para ello ha de tener pleno
conocimiento de su potencial corporal.
Un cuerpo socialmente
bello no asegura la atracción escénica. El cuerpo del actor debe ser un cuerpo
expresivo, armónico, dinámico, con gran capacidad de reacción y articulaciones
atentas y preparadas a cualquier movimiento, un cuerpo abierto a la emoción
y a la sensibilidad. No un cuerpo socialmente hermoso. El actor debe vibrar
como la cuerda de un cello, desde las tripas, agitarse en ondas como el agua
invadida por una piedra. (MEYERHOLD:1992:s/p.) [Subrayado por mí]
La biomecánica surge como un método experimental de entrenamiento y creación que persigue el descubrimiento de la propia mecánica corporal y del «biocuerpo» (cuerpo-alma) del actor mediante la racionalización de los procesos biofísicos de cada uno de sus movimientos, porque para Meyerhold (Pérez y Galindo:2006) en el campo de la interpretación todo el cuerpo participa de cada movimiento por pequeño que éste sea, al igual que el bailarín trabaja con todo su cuerpo en los movimientos más sutiles y aun pareciendo estático, todo el cuerpo participa de la acción. En ese sentido, la biomecánica se inclina a explorar principalmente los diversos mecanismos de expresión corporal del teatro popular antiguo como los del actor semi-estático del teatro griego, la acrobacia del circo y la pantomima romanos, el actor rítmico de la commedia dell’arte, lo grotesco (deformación) del teatro isabelino y del siglo de oro español y, muy especialmente, el ritual simbólico del teatro oriental del cual Seki Sano abundaba en conocimiento. Los aportes teóricos de Meyerhold así como de otros discípulos de Stanislavski como Mijaíl Chejov y, sobre todo, Vajtangov motivaron al gran maestro ruso del teatro universal a realizar una revisión de sus propios postulados en una segunda etapa denominada «estadio de las acciones físicas» del método stanislavskiano. En la entrevista mencionada anteriormente (CARBALLIDO:1976) Seki Sano comenta sobre esta última etapa del método stanislavskiano que el camino más corto para llegar a Stanislavski a través de Meyerhold es Vajtangov, pues por ahí andaba el secreto: combinación de la técnica de vivencia con la de representación. En realidad, este recorrido nos permite apreciar las aristas de influencias que desprende el maestro Stanislavski y sus dos discípulos más importantes, Meyerhold y Vajtangov, en la labor de fortalecer en el campo teórico del teatro occidental una vertiente que hoy se concibe como «teatro físico o gestual» que podría rastrearse en el tiempo en nombres como Diderot, Craig, Appia, Copeau, Artaud, Brecht, Reinhardt, hasta Grotowski, Barba, Kantor, Lecoq, Brook, Mnouchkine y Raúl Serrano, por mencionar algunos, que van a diferenciar sus búsquedas teatrales de la vertiente denominada «teatro de texto» al plantear por principio la subordinación del lenguaje verbal (mental) al lenguaje escénico (corporal).
Seki Sano y Meyerhold |
Seki Sano abandona en 1937 la Unión Soviética tras el cambio que significó el
ascenso al poder del régimen estalinista y su despiadada persecución política a
Meyerhold y a todos los que le rodeaban por no abdicar sus criterios estéticos, acusado de formalista, y
plegarse a la estética oficial del gobierno (realismo socialista) en el marco de La Gran Purga; por
lo que el maestro nipón se refugia en París, viaja a Praga y luego a los
Estados Unidos donde logra trabajar en Nueva York con el GROUP THEATER (predecesor del ACTOR'S STUDIO) dirigiendo su primera obra española «Fuenteovejuna» de Lope de Vega, y es en esa ciudad donde tiene
contacto con el pintor mexicano Rufino Tamayo -tras ser cancelada su visa por
presiones del gobierno japonés- para consumar el exilio azteca desde 1939 hasta
su muerte. Tanto su residencia en México con sus dos grandes proyectos el TEATRO DE LAS ARTES
(1939) y el TEATRO DE LA
REFORMA
(1948); como en su breve paso por Colombia inaugurando el INSTITUTO DE ARTES ESCÉNICAS DE LA TELEVISORA
NACIONAL
(1955), Seki Sano es el encargado de introducir el método stanislavskiano en
esos países, y quizás por la fuerte carga pasional de la cultura
latinoamericana se acentúa en el aspecto del estadio vivencial, pero sin dejar
de lado la inducción al trabajo de entrenamiento expresivo corporal
meyerholdiano.
Un señor funcionario, me
dijo cuando llegué: -¿Cómo cree usted que va a poder hacer nada? El mexicano es
introvertido. No puede actuar.- Qué bueno, dije, espera entonces que alguien le
abra las puertas. Por supuesto, es disparate decir que el mexicano sea esto o
lo otro, pero sí es cierto que abunda la introversión y que se presta para el
trabajo con el método stanislavskiano. (Ibídem:11)
Para Michiko Tanaka (1996) entre los aportes de Seki Sano al teatro latinoamericano se puede destacar: a) el arraigo de una mística teatral, el teatro como una vocación que requiere de preparación sistemática y perfeccionamiento constante; b) el establecimiento consciente de un método de trabajo artístico que debía ser asimilado de manera crítica, sin menoscabar la libertad creadora; y c) la promoción de un teatro comprometido con la realidad en la que se vive, atento a su función social como razón de ser.
Cuadro
comparativo de los programas de clases de teatro de Seki Sano y
Stanislavski
CUCUEL, Madeleine. Le théâtre mexicain contemporain
SEKI SANO
1.- EJERCICIOS
ELEMENTARIOS PARA LA ACTUACIÓN.
- Concentración de los
nervios y los sentidos. Libertad muscular.
- Justificación de
la verdad escénica.
- Seriedad escénica
(actitud en el escenario)
- Sentido de la
memoria (memoria evocadora)
- Improvisación
- Pantomima
- Pequeñas tareas en
la actuación: pequeños bosquejos y escenas.
- Inter-relación con
los compañeros de escenas.
2- ENTRENAMIENTO DE
LA VOZ
-Emisión
-Enunciación
-Dicción
-Pronunciación
-Frase teatral
3.- ENTRENAMIENTO
DEL CUERPO (ACTORES Y ACTRICES)
-Gimnasia
-Rítmica
-Ejercicios técnicos
-Biomecánica
|
STANISLAVSKI
Relajación de
músculos
Dominio de sí mismo
Fe y sentido de la
verdad
Actitud general del
actor en escena. Actitud interior.
Memoria emotiva
El “si” de las
circunstancias dadas; la imaginación.
cf. Meyerhold
Ejercicios y ensayos
Comunión
La Voz y el Lenguaje
Canto y dicción
El arte de hablar en
escena
Desarrollo de la
Expresión Corporal
Gimnasia; danzas;
acrobacia; esgrima; lucha; maintien; etc.
cf. Meyerhold
|
En
el TEATRO DE LAS ARTES
(1939) Seki Sano encarga a quien luego sería su esposa, la bailarina y
coreógrafa estadounidense Waldeen von Falkestein, ex intérprete de danza
japonesa de la compañía de Michio Ito, el entrenamiento corporal en la sección
de danza de la escuela de teatro donde a Grishka Holguín, Ana Mérida y Guillermina
Bravo los irá ganando el cuerpo de la danza para más adelante pasar a integrar
el BALLET DEL TEATRO DE LAS
ARTES
dirigido por Waldeen y Ana Sokolov como una extensión de la escuela de teatro,
bajo la dirección escénica de Seki Sano, sentando las bases de la danza y el teatro moderno mexicano.
Waldeen en posición dancística Foto: Simon Flechine SEMO - Mediateca INAH |
Posteriormente,
otros maestros de la danza se encargarían de la formación de Holguín como sus
compañeras Ana Mérida y Guillermina Bravo quienes pasan a sustituir a Waldeen y
fundan una escuela en su honor, además de Ana Sokolov y figuras como José
Limón, Katherine Dunham y la propia Martha Graham en su estudio de Nueva York,
de quien Holguín fue un gran admirador, aunque en su cuerpo danzara todo el
siglo XX.
Lo primordial es sentir el
movimiento interiormente. Es lo contrario a lo que ocurre con el ballet, pues
el bailarín se acostumbra a verse en el espejo […] Yo, en cierto momento,
comencé a utilizar música electrónica, sin armonías definidas y más adelante,
en una época de experimentación, llegué a montar cosas sin música, por lo que
me obligué y obligué a los bailarines a escuchar el sonido y el ritmo de
nuestros propios movimientos. Eso es la danza para mí. (Holguín en GÓMEZ:
ob.cit: 13)
Otros discípulos de Seki Sano, la actriz Miroslava y su esposo el director de teatro mexicano Jesús Jaime Gómez Obregón, viajan de vacaciones a Río de Janeiro y hacen una escala en Caracas para atender la invitación de Luís Beltrán Pietro Figueroa, Ministro de Educación del presidente Rómulo Gallegos a quien Obregón había conocido en México. El ministro le propone al director de teatro la creación de la primera escuela formal de teatro del país, el CURSO DE CAPACITACIÓN TEATRAL (1948) que funciona de manera provisional en el Liceo Andrés Bello y en julio de ese mismo año, a instancias de la Dirección de Cultura y Bellas Artes del ministerio, se muda a una sede en el tercer piso del edificio Casablanca, entre las esquinas de Peligro y Puente República. (PINTO:1999:51-52) Ese mismo año llega al país Grishka Holguín como bailarín acompañante en la gira de un maestro de piano y se reencuentra con su antiguo compañero de estudios, Jesús Gómez Obregón, quien le propone dictar las clases de biomecánica de la escuela de teatro, abriéndose paso el conocimiento de la danza moderna en Venezuela.
Jesús Gómez Obregón Foto: Simón Flechine SEMO - Mediateca INAH |
En
el CURSO DE CAPACITACIÓN
TEATRAL
Gómez Obregón introduce en la nación los métodos de Stanislavski y Meyerhold
según las enseñanzas del maestro Seki Sano, impartiendo rigor y disciplina en
pro de una sólida ética profesional en el desarrollo de un teatro de fuerte compromiso
social que se conjuga en clases de actuación, danza, escenografía, dicción,
psicología, historia del arte, historia del teatro y biomecánica; de la mano de
profesores como el director español Alberto de Paz y Mateos, José Fabbiani Ruíz
y Holguín, por mencionar algunos, que vienen a formar a los que se convertirían en ingentes figuras de la
escena nacional como: Eduardo Moreno, Conchita Crededio, Carlos Denis, Clemente
Izaguirre, Humberto Orsini, José Torres, Pedro Marthan, Hildemaro Mujica, Luisa
Motta, Alfonso López, Carmen Palma, Luís Sisniega, Jaime Niño, Daniel
Izquierdo, Alejandro Tovar, Gil Vargas, Augusto González, Etelvina Noguera, la
primera actriz Bertha Moncayo, Ciro Medina y Gilberto Pinto, entre otros. El
maestro Gilberto Pinto reflexiona sobre esta época de su formación teatral y va
a escudriñar a Obregón a través de Seki Sano al tratar nuevamente la
interrogante que debe encontrar respuesta en el propio teatro latinoamericano: ¿por
qué el nipón no asumió el denominado segundo Stanislavski de las acciones
físicas y se decantó por el primero de las vivencias?
EL TEATRO DE LA DANZA cuyo nombre toma del DANCES THEATRE de Horton, funcionaba en la escuela de la gobernación “Juan Landaeta” en La Charneca de San Agustín con clases abiertas al público. Holguín figura como intérprete y coreógrafo, y entre sus alumnos figuran los pinitos de Sonia Sanoja, Carlos Ortega, Héctor Delgado, Rosa Bernal, y la propia Conchita Crededio.
El Nuevo Grupo. Un nuevo teatro para Caracas, impresión Editorial Arte.
Lo cierto es que de los
tres conceptos que sirven de base a la experiencia Meyerhold, Seki Sano (en la
preparación del actor) puso en práctica sólo uno: el de la biomecánica, y eso
como sistema de entrenamiento acondicionante del actor como instrumento apto
para responder físicamente a las exigencias del personaje y a las coordenadas
de la dirección escénica (tal y como nos lo transmitió Grishka Holguín).
(PINTO:Ibidem:104)
En
esa medida Obregón/Holguín transfieren a sus alumnos la interrogante a la que Pinto
parece encontrar respuesta en su propio proceso de aprendizaje.
Ahora bien: todo esto que
en teoría era totalmente válido, se tropezó en la práctica con un gran
obstáculo, que nada tenía que ver con el sistema de enseñanza: nuestro deseo
irrefrenable (tal vez como caribeños) a sentir a como diera lugar las vicisitudes
de nuestros personajes. […] Defecto que fuimos
corrigiendo con el correr de los años, al concientizar que el actor debe entrar
a escena a actuar, a reaccionar ante todo cuanto ocurre en ella, y no a sentir;
que debe esperar a que la sensación acuda a él como resultado del deseo de
satisfacer los objetivos que anhela como personaje.
En nuestras improvisaciones, sobre
todo, el logro del mundo interno del personaje (la apreciación subjetiva del
mismo) parecía ser la tendencia a seguir. Esto tendía a alejarnos de la
estética, de la artesanía, reduciéndonos a una organicidad, que si bien era
necesaria, no bastaba para conformar el objeto artístico (o sea: la
particularización física, psíquica y estética del personaje teatral).
(PINTO:Ibidem:105-106)
Con
los alumnos del CURSO DE
CAPACITACIÓN TEATRAL Holguín presenta ese mismo año de 1948 Sinfonía en tres movimientos, con música
de Stravinski en el Teatro Nacional, y debido a su éxito el maestro decide
fundar EL TEATRO DE
LA DANZA (1950) junto a su alumna del curso, la actriz Conchita Crededio, quien posteriormente
sería su esposa, gran bailarina e importante promotora de la danza venezolana.
[…] Llegó Grishka y para
irme de allí con él, me peleé con Gómez Obregón que no quería que dejara el
teatro […] ¡Ay! ¡Cómo peleé yo! (Crededio en WOMUTT:1991:54)
EL TEATRO DE LA DANZA cuyo nombre toma del DANCES THEATRE de Horton, funcionaba en la escuela de la gobernación “Juan Landaeta” en La Charneca de San Agustín con clases abiertas al público. Holguín figura como intérprete y coreógrafo, y entre sus alumnos figuran los pinitos de Sonia Sanoja, Carlos Ortega, Héctor Delgado, Rosa Bernal, y la propia Conchita Crededio.
Ese
mismo año, se inaugura EL
ESTUDIO DRAMÁTICO de otra pionera de las tablas, la argentina
Juana Sujo, discípula de Ilka Grüning que tuvo por maestro a Max Reinhardt. El plan
de estudio incluía: Arte Escénico, a cargo de la propia Sujo; Historia del
Teatro, con Alberto de Paz y Mateos; Maquillaje, Luís Lang; y Danza, con
nuestro Grishka Holguín. Entre algunos de los sesenta alumnos inscritos podemos
mencionar a Esteban Herrera, Maritza Caballero, Paul Antillano, Margot
Antillano, Alberto Castillo Arraez, Olga Corser, Herminia de Martucci, Pura
Vargas y Ligia Tapias. (DEMBO:2009:59). Este curso de teatro funcionaba en el
Museo de Bellas Artes, tuvo duración de un año y precedió a la creación de la ESCUELA NACIONAL DE ARTE ESCÉNICO JUANA
SUJO (1951).
Así
mismo, Holguín llegó a dictar cursos particulares de danza moderna para actores
a Martin Lantigua, Guillermo González y Héctor Mayerston, entre otros. Tuvo conexión con el recién nacido medio de la televisión mediante
la transmisión del programa “Martes Culturales” dirigido por Alberto de
Paz y Mateos en la Televisora Nacional con asistencia de Román Chalbaud que
presentaba en vivo y directo piezas del repertorio del maestro de danza. En
este aspecto, y como bien apunta Andreina Womutt (1991) no es casual que en la
década de la dictadura del gobierno perejimenista, los venezolanos le abrieran
las puertas de la nación a la danza moderna como expresión sosegada de la
libertad del movimiento. En ese mismo año Holguin y Crededio fundan la ESCUELA DE DANZA CONTEMPORÁNEA que
llega a funcionar por 10 años y se disuelve en 1960, por la separación de
ambos. Entre sus 22 alumnos se cuentan: Chela Atencio, Graciela Henriquez, Juan
Monzón, Gladys Yovelar, Belén Lobo y José Ledezma.
Lo de Grishka era expresar
sentimientos tradicionales: odio, amor, tristeza…No era un creador dado a la
crueldad o algo parecido. […] Otros de sus méritos era el tremendo poder de
síntesis que tenía. Sus movimientos eran sencillos y a la vez muy expresivos.
Su idea de usar sólo lo necesario me marcó mucho […] (José Ledezma en: GÓMEZ: ibíd:
25)
Luego
de la separación, Crededio atiende el llamado a dirigir la ESCUELA DE DANZA DE LA UNIVERSIDAD CENTRAL
DE VENEZUELA (UCV);
mientras Holguin crea junto a Sonia Sanoja, la FUNDACIÓN DE DANZA CONTEMPORÁNEA en 1961 que funciona en el
Museo de Bellas Artes hasta su culminación en 1965. En este proyecto dancístico
participan Juan Monzón, José Ledezma, Milicent Simmons, Jan Vilar, Ofelia
Suárez, Gladys Yovelar, Rodolfo Valera, Jean Rincones, Jesús Lamas y Rolando
Peña. De esta época, José Ignacio Cabrujas nos refiere:
Siempre he tenido por
norma que conocer a una persona es preguntarle qué hace, puesto que en
Latinoamérica no existe ninguna otra posibilidad de definir a un ser humano.
Rolando me aseguró que era actor accidental, pero sobre todo bailarín
contemporáneo y cuando traté de imaginarlo alado, príncipe de Giselle, consorte
del Hada de Azúcar o Espectro de la Rosa, procedió a decirme que lo suyo era la
vanguardia y que por esa razón pertenecía al polémico grupo de Grishka Holguin,
bailarines de pies sucios, enemigos de cualquier zapatilla y de ésos que
ensayan en mono y se arrastran por el piso elevando el torso cada vez que se
refieren al infinito, o a la soledad, o a la bomba de hidrógeno o a la polución
o a la mala vida. Así lo conocí y años más tarde o tal vez meses más tarde,
puesto que soy incapaz de recordar fechas, volví a topármelo, esta vez en la
Universidad Central de Venezuela, ahora de malla y toalla atravesada. Ese día
me propuso un espectáculo llamando Testimonio.
Según su propia ocurrencia, íbamos a compartir el formidable escenario de la
Facultad de Arquitectura, él con una coreografía sobre muerte, violencia y
guerrilla, obligación de los sesenta, y yo, con un monólogo aún inédito
denominado «Terrible Situación de un Necrófago». (Cabrujas en MARCANO: 2010:s/p)
Rolando
Peña (El Príncipe Negro) artista conceptual. Comienza su actividad teatral junto
a su compañero Claudio Perna de la mano del maestro Eduardo Calcaño en el Liceo
Andrés Bello de Caracas. A mediados de los años 60 lleva a cabo estudios de
teatro dirigido por Román Chalbaud y Rafael Briceño y, en paralelo, clases de
danza contemporánea con Holguín y Sanoja. Realiza happening, performance y produce
los primeros espectáculos plásticos multimedia en el país. En Nueva York
estudia en el MARTHA GRAHAM
DANCE SCHOOL y llega a trabajar como actor en películas de Andy
Warhol. Como pionero del arte performántico en Venezuela abrió el camino que
proyectó en los años 80 a figuras como Carlos Zerpa y Marco Antonio Ettedgui.
Desde
1965 a 1970, el maestro Holguín forma el TEATRO DE LA DANZA CONTEMPORÁNEA y en 1968 visita Caracas la
COMPAÑÍA DE MERCE CUNNINGHAM
Y JHON CAGE que se refieren con satisfacción a su trabajo artístico.
EL TEATRO DE LA DANZA
CONTEMPORÁNEA vendrá a fusionarse con el BALLET DEL INCIBA dirigido
por Elías Pérez Borjas creándose la COMPAÑÍA NACIONAL DE DANZA. En esta época Hercilia
López, antigua balletista, figura como alumna de Holguin y combina su curiosidad
por el teatro con sus estudios en la Escuela de Letras de la UCV donde conoce a
Eduardo Gil, ex-integrante del TEATRO
UNIVERSITARIO UCV que al igual que su compañera Elizabeth
Albahaca ya perfila sus indagaciones sobre el cuerpo en movimiento, la
experimentación teatral y las ideas de Grotowski y Barba; y en ese cúmulo de
influencias en 1972 Eduardo Gil funda el TALLER EXPERIMENTAL DE TEATRO (TET) y en 1973 Hercilia López
crea la COMPAÑÍA EXPERIMENTAL
CONTRADANZA.
En
este período se verifica el comienzo del Teatro Experimental venezolano, cuyo
auge se observa en la década de los 70.
El Teatro Experimental
nuestro es, en efecto, una creación básicamente de los directores, o, si se
quiere, de equipos agrupados en torno a un director, donde el papel del
dramaturgo pasa a un segundo plano; el Teatro Experimental, sin embargo,
solamente logrará su nivel más sofisticado y su postura en la dramática
nacional cuando los dramaturgos decidan evadir el modelo convencional y
escribir obras de corte experimental. (MONASTERIOS:1990:77)
Una
corriente que enfila el teatro de «protesta» de carácter más universal, con
rasgos de erotismo, humor negro y cierta deliberada incoherencia en la
organización formal de la obra que generalmente se fundamentan en textos no
anecdóticos que emplazan la participación directa con el público, vienen a ser
las características fundamentales del Teatro Experimental para Monasterios, a lo
que agrega el mayor acento o total desprecio de los elementos accesorios
formales (escenografía, vestuario, utilería) además de otra importante particularidad
de la mise en scène.
Las puestas en escena que
los realizadores idean se caracterizan por la concepción lúdicra del movimiento
o por el desarrollo de complicados movimientos del conjunto, que llegan a tener
notable semejanza con las coreografías de danza moderna. (Ibidem:79)
El inventario
de montajes representativos de esta época escapa a los fines de este ensayo,
pero una somera mención subraya la puesta en escena como objeto de
experimentación del director teatral en su afán por aprehender las vanguardias
extranjeras que ejercen influencia en el país en esos tiempos de rebelión
juvenil, de subversión política-estética que va a encontrar expresión en mayor
medida en los planteamientos del teatro de la crueldad, de Artaud; el teatro
épico de Brecht; la exaltación de lo grupal del LIVING THEATER; el teatro del absurdo; el teatro pobre de Grotowski;
el teatro antropológico de Barba con el ODIN TEATRET; el espacio vacío de Brook; la improvisación
con el público propias del happening;
el teatro pánico de Arrabal; y en la síntesis latinoamericana de estas
proposiciones, la creación colectiva. En esa honda se inscribe el montaje La Mandrágora, de Maquiavelo dirigido
por Álvaro de Rossón en 1964; Vimazoluleka,
de Levy Rossell de 1966 como la primera producción íntegramente nacional de
carácter experimental; La boda de los
pequeños burgueses, de Brecht por Alberto Sánchez en 1967, así como la
experiencia al aire libre del Canto del
fantoche lusitano, de Peter Weiss realizada en 1968 por Eduardo Gil, ambos
para el TEATRO UNIVERSITARIO
UCV en tiempos de Nicolás Curiel; el Marat-Sade, de Weiss por Horacio Peterson de 1968 en el Ateneo de
Caracas; las elaboraciones de los diversos directores que hicieron vida en el TEATRO EXPERIMENTAL DE ARQUITECTURA UCV con
montajes de Arrabal, Genet, Ionesco, como las ya referidas instalaciones
performánticas de Cabrujas/Peña, las indagaciones escénicas sobre el «Teatro
Noh» dirigidas por Humberto Orsini y los montajes vanguardistas de Alberto
Rodríguez Barrera que verifica con La
Barba de 1969 el primer desnudo del teatro venezolano y que fue censurado
por el gobierno de Caldera; de la provincia en 1970 el GRUPO METAMORFOSIS de
Augusto Dugarte suprime por completo la palabra del escenario y otorga a sus
espectáculos de protesta la primitividad del gesto de connotación sagrada; La Orgía de Carlos Giménez a partir del
texto de Enrique Buenaventura y los emblemáticos montajes Tu país está feliz, sobre poemas de Antonio Miranda y música de
Xulio Formoso y Venezuela tuya, de
Luís Britto García, con los que Giménez inaugura en 1971 el GRUPO RAJATABLA;
así mismo Eduardo Gil ya en el TALLER
EXPERIMENTAL DE TEATRO (TET) ofrece el montaje Quién soy, quién no soy, sobre textos de Antonin Artaud en 1973;
son algunos ejemplos del aluvión experimental del teatro nacional al que habría
de reaccionar en su etapa temprana un grupo de creadores.
Espectáculos donde el
texto es despanzurrado alevosamente, actores que se mueven sin ton ni son,
dicciones imposibles y ceceos pertinaces, que dificultan toda comprensión,
jovencitos que se sacuden espasmódicamente en seudo protestas sobre temas que,
en el fondo, no parece interesarles un rábano, este es el balance de algunos de
los llamados espectáculos experimentales que me ha tocado presenciar.
(ULIVE:1968:14)
El maestro
Ugo Ulive, director de teatro de origen uruguayo (nacionalizado venezolano) al
llegar al país en 1968 hizo vida artística con EL NUEVO GRUPO, que surge en 1967 por la coincidencia de
tres dramaturgos que aunque inmersos en el espíritu de la experimentación
teatral tornan sus búsquedas al rescate del «teatro de texto». Las primeras
obras que ofrecen cada uno de estos autores a su agrupación: Tric Trac de Isaac Chocrón y Fiésole de José Ignacio Cabrujas, ambas
en 1967 y Los ángeles terribles de
Román Chalbaud en 1968, como bien apunta Monasterios, son obras que se estiman
transicionales de una etapa de búsqueda, de indagación a una de consolidación que se proyecta a todo el teatro
venezolano, al transferirse el modelo experimental del área de creación del
director al área de creación del dramaturgo.
Las obras del caso
contienen los rasgos estructurales de ese modelo; es como si los dramaturgos
hubiesen recopilado todos los materiales producidos por el Teatro Experimental
a través de innumerables experiencias, logradas y fallidas, para a su vez,
mediante una nueva y singular organización de los datos en otro nivel, producir
la gran síntesis. (MONASTERIOS:1990:102)
Otras
dos obras de Isaac Chocrón para EL
NUEVO GRUPO como Asia y el
lejano Oriente de 1966 y Alfabeto para analfabetos de 1973 completan la trilogía de este autor en su etapa
experimental y en ambas figura Grishka Holguin como encargado del diseño
coreográfico de los actores; la última de estas obras la dirige un directivo de
la agrupación, además de su amigo, gerente, promotor cultural y estudioso de la
danza, Elías Pérez Borjas, quien en 1974 impulsa la I Reseña Nacional de Danza
organizada por Fundateatro, a partir del cual el negro Ledezma funda el TALLER DE DANZA DE CARACAS. Y no
será hasta 1976 cuando Grishka Holguin llegue a dirigir una idea original de
sus pupilos Graciela Henríquez y José Ledezma de 1970-1973, el TALLER EXPERIMENTAL DE DANZA DE LA UCV, que para 1981 hace su primera presentación con el nombre de PISORROJO, hasta el retiro de
la danza del maestro en 1996, después de 20 años ininterrumpidos con esta
agrupación. Entre sus pupilos se encuentran: Adolfo Ostos, Moravia Naranjo,
Claudia Capriles, Luís Armando Castillo, Ying Zabala, Abelardo Gamache, Ana
Gatto y Rafael González.
Grishka
Holguin murió en Caracas, el 30 de julio de 2001 y entre las agrupaciones de
danza contemporánea que se crearon en el país en el transcurso de su vida
artística podemos mencionar: Danza Luz (1969) con Marisol Ferrari; Macrodanza
(1972) de Norah Parisi; Contradanza (1973) de Hercilia López; Danzahoy (1979) de Luz Urdaneta y Jacques Broquet;
Acción Colectiva (1985) de Julie Barnsley; Coreoarte (1987) de Carlos Orta y
Noris Ugueto; Neodanza (1987); Rajatabla Danza (1991) de Andreina Womutt y Luís
Armando Castillo; Theja Danza Teatro (1992) de Angélica Escalona; y
Trayectodanza (1992) de Teresa Alvarenga.
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