2016: IV Centenario de su muerte - Homenaje
EL INGENIOSO HIDALGO
DON QUIJOTE DE LA MANCHA
Segunda Parte
Capítulo XI
De la extraña aventura que le sucedió al valeroso don Quijote con el carro o carreta de «Las Cortes de la Muerte».
(Fragmento)
Responder
quería don Quijote a Sancho Panza, pero estorbóselo una carreta que salió a
través del camino cargada de los más diversos y extraños personajes y figuras
que pudieron imaginarse. El que guiaba las mulas y servía de carretero era un
feo demonio. Venía la carreta descubierta al cielo abierto, sin toldo ni zarzo.
La primera figura que se ofreció a los ojos de don Quijote fue la de la misma
Muerte, con rostro humano; junto a ella venía un Ángel con unas grandes y
pintadas alas; a un lado estaba un Emperador con una corona, al parecer de oro,
en la cabeza; a los pies de la Muerte estaba el Dios que llaman Cupido, sin
venda en los ojos, pero con su arco, carcax y saetas; venía también un Caballero
armado de punta en blanco, excepto que no traía morrión ni celada, sino un
sombrero lleno de plumas de diversos colores; con éstas venían otras personas
de diferentes trajes y rostros. Todo lo cual visto de improviso, en alguna
manera alborotó a don Quijote y puso miedo en el corazón de Sancho; mas luego
se alegró don Quijote, creyendo que se le ofrecía alguna nueva y peligrosa
aventura, y con este pensamiento, y con ánimo dispuesto de acometer cualquier
peligro, se puso delante de la carreta y con voz alta y amenazadora dijo:
—Carretero,
cochero, o diablo, o lo que eres, no tardes en decirme quién eres, a dó vas y
quién es la gente que llevas en tu carricoche, que más parece la barca de Carón
que carreta de las que se usan.
A lo
cual, mansamente, deteniendo el Diablo la carreta, respondió:
—Señor,
nosotros somos recitantes de la compañía de Angulo el Malo(1). Hemos hecho en un
lugar que está detrás de aquella loma, esta mañana, que es la octava del Corpus(2),
el auto de Las Cortes de la Muerte(3), y
hémosle de hacer esta tarde en aquel lugar que desde aquí se parece; y por
estar tan cerca y excusar el trabajo de desnudarnos y volvernos a vestir, nos
vamos vestidos con los mismos vestidos que representamos. Aquel mancebo va de
Muerte; el otro, de Ángel; aquella mujer, que es la del autor, va de Reina; el
otro, de Soldado; aquel, de Emperador, y yo, de Demonio, y soy una de las
principales figuras del auto, porque hago en esta compañía los primeros
papeles. Si otra cosa vuestra merced desea saber de nosotros, pregúntemelo, que
yo le sabré responder con toda puntualidad, que, como soy demonio, todo se me
alcanza.
—Por la fe de caballero andante —respondió don Quijote— que así como vi este carro imaginé que alguna grande aventura se me ofrecía, y ahora digo que es menester tocar las apariencias con la mano para dar lugar al desengaño. Andad con Dios, buena gente, y haced vuestra fiesta, y mirad si mandáis algo en que pueda seros de provecho, que lo haré con buen ánimo y buen talante, porque desde muchacho fui aficionado a la carátula, y en mi mocedad se me iban los ojos tras la farándula.
Notas:
(1) Autor-empresario de la compañía teatral. Capocómico. Rabadán de los «cómicos de la legua».
(2) Fiesta de la semana después del Corpus Christi, en que las compañías teatrales que habían participado en las procesiones de las iglesias actuaban en los pueblos al aire libre.
(3) Auto sacramental. Podría referirse al auto Las cortes de la Muerte de Lope de Vega. [Link]