Al rescate de Lo Trágico
Por:
Emeterio Gómez
Sócrates,
Platón y Aristóteles, estaban brutalmente equivocados... pero se impusieron...
Es
difícil atentar contra un dogma cultural. La Civilización Occidental nos ha
metido muy profundo en el Espíritu una visión pueril o ingenuísima de la Ética,
contra la cual es casi imposible argumentar... y ni soñar con erradicarla, que
sería lo deseable. Es un enfoque que se resume en la creencia infantil según la
cual basta con tener valores sólidos para resolver cualquier problema moral. Y
tiene uno que ser muy cuidadoso en los talleres para no herir susceptibilidades
al enfatizar que ese es precisamente el núcleo de la esfera de la moral: que no
confrontamos ningún problema cuando ante un presunto Dilema Ético nuestros
valores nos indican claramente lo que debemos hacer: esto es, que no estamos en
ese caso ante ningún dilema. Pero que, muy por el contrario, SÍ lo estamos
cuando, alarmados, descubrimos que con exactamente nuestros mismos valores
-esos que suponíamos tan sólidos y que tanto nos enorgullecían- ¡¡podemos hacer
A o lo contrario de A!! Y, más aún, que esta idea vale igual, igualito, para
las cosas más nimias como comerse o no un postre; y para las más trágicas o
terribles como matar o no a alguien que nos ha violado a un hijo. ¡¡Porque
juzguemos que el sádico merece (o no) morir!!
Es
impresionante la ingenuidad de esa Visión de la Ética y más aún del cómo la
gente se niega férreamente a aceptar el argumento que hemos esbozado: ¡¡No
puede ser, profesor!! No puede ser que uno no sepa qué hacer ante un Dilema
Moral. Si tienes tus valores bien claros y firmes es precisamente para poder
escoger la opción más noble y desechar la innoble. No puede ser que usted nos
venga a decir que hay Disyuntivas Morales que no tienen solución y que nuestros
valores son del todo inútiles ante ellas... precisamente en un taller que -al
menos eso creíamos- nos iba a aclarar la problemática moral. Tal como usted lo
plantea, querido doctor, la Moral resultaría completamente inútil, pues sólo
nos resolvería aquellos problemas éticos que no nos plantean dificultades,
aquellos ante los cuales la solución moral es evidente. ¡¡No puede ser que la
Ética tenga sentido sólo cuando no resuelve nada!! ¿No le parece que ello
resultaría un poco... digamos... insensato?
No,
respetable amigo, definitivamente NO, esa es más bien la inconsistencia
dramática que Occidente nos ha inculcado: ¡¡la que nos extirpó la Esfera de lo
Trágico!! La Conciencia del drama profundo que subyace a lo Humano y que alguna
vez tuvimos. Fue el buenazo de Sócrates (en El Nacimiento de la Tragedia de
Nietzsche) tratando de convencer a Esquilo -el último de los tres grandes
poetas trágicos- de que con el descubrimiento de la Razón, del Pensamiento
Lógico que él, Sócrates, estaba fundando, desaparecería la Tragedia; que no
había de qué preocuparse, que sólo existían Dilemas Éticos cuando no se
razonaba de manera rigurosa, que la Lógica podía descifrar cualquier disyuntiva
moral. Sócrates, Platón y Aristóteles, estaban brutalmente equivocados...
¡¡pero se impusieron, lograron implantarnos su visión chata y errónea!! Y
Occidente se olvidó de la Tragedia, que no volvió a aparecer salvo muy
fugazmente, en el siglo XVII, con Racine y otros autores menores. La Filosofía
se quedó creyendo que los Valores -apoyados en la Razón- pueden resolver
nuestros Dilemas Éticos. Nos castraron a los fines de intuir que hay situaciones
en las cuales con los mismos valores, la misma estructura moral, las mismas
razones y el mismo contexto podemos matar o no, robar o no, perdonar una ofensa
o no.
En: El Universal, 1 de julio de 2012