Por:
Francisco Richter
Entrevista publicada en: Ideas Venezolanas, Nº 33, Año 4, Caracas, 1945.
Una
de las figuras más interesantes que hemos tenido en el presente siglo en
materia teatral es la de don Rafael Otazo, autor de innumerables y popularísimos
sainetes criollos y empresario de indiscutible capacidad. Otazo se encuentra
desde hace tiempo completamente retirado de sus antiguas faenas. Se ha dedicado
a otras labores. Y ahora vive la etapa bella de los recuerdos lejanos. Son las
dos de la tarde y lo aguardamos entre el Puente Hierro y la Roca Tarpeya, en
donde tiene un taller de mueblería. No pasa mucho tiempo sin que le estrechemos
la mano y conversemos. E instalados cómodamente en el fondo del taller los
recuerdos empiezan a surgir como un humo azul y lánguido.
-
¿Venezolano?
-Si-
responde inmediatamente, -caraqueño.
-
¿Sus comienzos?
-En
1892 empecé a trabajar en asuntos de teatro con un gran empresario que se llamó
Miguel Leizibabaza. El trajo las mejores Compañías que se vieron en Caracas en
aquellos tiempos. Sin embargo, es necesario decir que tuvo muchas ventajas. Los
Presidentes de entonces subvencionaban muy bien a las Compañías teatrales. Ese
procedimiento fue seguido por Crespo, Rojas Paul y Anduela Palacios.
-
Y en esa época, ¿cuál cree usted que fue la mejor Compañía que vino a Venezuela?
-En
mi opinión, fue la Compañía de Opera Cardinali. Andueza Palacios la subvencionó
con ochenta mil pesos.
-El
entrevistado hace una breve pausa y prosigue:
-Así,
pues, durante esa época me encariñé con el teatro y ocupé diversos cargos bajo
la dirección experta de Leizibabaza. En 1896 inauguramos las tandas del Teatro
Caracas, las cuales tuvieron un éxito absoluto. La temporada duro 6 años
ininterrumpidamente. Desfilaron notabilísimos artistas. Recuerdo entre ellos a
Concha Martínez, famosa tiple cómica. Se mantuvo en cartel durante tres meses,
y a Miguel Villareal. En estas tandas del Caracas di comienzo a la presentación
de mis primeros sainetes criollos y mis obras de actualidad popular. La primera
que se monto en escena fue Los apuros de
un jefe civil; luego El Rapto. A propósito
de esta última, le contaré una anécdota. Leizibabaza se fue a España a buscar
una Compañía y me dejó encargado de las tandas del Caracas advirtiéndome
terminantemente que no clausurara la temporada por ningún motivo. Y mi deber
era cumplir esa orden. Pero un buen día se presentaron conflictos. Las tiples
se me fueron una a una. No encontrando qué hacer, hablé con el Presidente
Castro y le expliqué la difícil situación con el fin de que me ayudara. Castro
se negó terminantemente a ello alegando que ya había ayudado en muchas
ocasiones a Leizibabaza. Me fui entonces desconsolado y cuando iba hacia mi
casa me llamó un amigo mío que era Jefe Civil de una parroquia caraqueña y me
invitó a que lo acompañara a buscar una mujer que habían secuestrado. Lo acompañé
en sus correrías detectivescas. Acabó durante la noche con un baile muy equívoco
que había y se logró rescatar a la secuestrada. Todo eso me inspiro un sainete.
Lo escribí en seguida y lo llamé El Rapto
y tuvo tan enorme triunfo en el público que la temporada se salvó. Esto sucedió
en 1898.
-
¿Y hasta cuándo trabajó usted con Leizibabaza?
-En
1904 me metí de lleno a empresario teatral por mi cuenta. Fui en ese año a España
y traje a la Compañía Casañas, de ópera española y zarzuela. La temporada se
llevó a efecto en el Teatro Municipal y duró desde el 27 de octubre de 1904
hasta el 10 de junio de 1905. Reforcé la Compañía Casañas e inauguré con ella
el Teatro Nacional el 11 de junio del mismo año.
-
¿Cuáles son las mejores Compañías que usted ha traído al país?
-Las
mejores Compañías que yo logré traer a mi patria son las siguientes: en 1908, a
la Freixas, conjunto español que traje de Puerto Rico. En 1912 contraté la
Compañía de Guillermo Bolívar. En el transcurso de la actuación esa Compañía
hizo un Concurso por votación directa del público para obras teatrales. Tuve la
satisfacción de ganar dos veces. Primero, con El que ama y el que apetece: luego, con La Sayona.
-
Otazo nos señala un copioso álbum en donde hay notables opiniones sobre sus
obras. De esas opiniones copio el siguiente párrafo de un articulo de Rafael Bolívar
Coronado: “Ese paso de comedia contiene detalles delicados copiados al natural
y aquella disertación sobre el mosquito es una maravilla”. Se refiere a La Sayona.
-En septiembre de 1915 traje a la Compañía
Mendizabai-Ros, la cual tuvo unos triunfos extraordinarios. La Compañía
organizó un Concurso de Belleza entre las muchachas de Caracas y salió electa
reina la señorita Mercedes Arismendi, hoy esposa del señor doctor Luís Teófilo
Núñez. Salieron electas princesas de dicho certamen las señoritas Socorro Bello
y Judith Sanabria.
-Don
Rafael Otazo hace una pausa y aprovecha el tiempo para hojear el interesante álbum
que tengo cerca.
-Un
triunfo popular y simpático fue el obtenido desde 1919 hasta 1921 por la Compañía
Puértolas and Company en el desaparecido Teatro Calcaño, a base de sainetes y
obras netamente criollas. Yo tenía que
escribir todos los sábados un sainete. Así lo hice durante esos años. En 1925
traje al actor Ramón Caralt, en un conjunto artístico especializado en obras
policiacas. Y, nada menos traje en ese año a
don Ricardo Calvo, el famoso actor hispano. En 1926 traje para el Teatro
Nacional el conjunto Picolli, un teatro de muñecos, integrado por conocidos
artistas de la ópera italiana. En ese mismo año tuvo su primera actuación en
Caracas el conjunto de la Santa Cruz. En 1927 presente al público de Caracas la
Compañía de Revistas Velasco, en donde vino la artista Tina de Jarque, fusilada
durante la guerra española. En vista de la unánime aceptación que tuvo el
soberano con la Santa Cruz, traje de nuevo a esa Compañía en 1928. Importé,
además, durante ese año a Maria Tubau, as de ases. En 1930 hago debutar a
Miguel Fleta con Rigoletto. Aquí llegamos a un positivo record de taquilla, el
cual no creo que haya sido superado. En la noche del debut la entrada bruta
produjo Bs. 24.878. En la quinta función, en una vespertina, este record fue
batido y la entrada bruta montó con la cantidad de Bs. 25.678. Le repito que
esta entrada ha sido un record de taquilla y ha sido una de mis mejores
satisfacciones en materia teatral.
-
¿Y cuál fue su última actuación como empresario?
-En
1933 con la Compañía Alegría y Henart.
-¿Qué
motivo tuvo para esa renuncia?
Ello
se debió al resultado obtenido en esta temporada. Resolví por eso retirarme de
las empresas teatrales. La Compañía Alegría y Henart tuvo un éxito ruidoso. El
teatro se llenaba en todas las funciones, pero, no obstante eso, perdí dinero.
Ello fue debido al bajo precio de las entradas y a lo crecido de la hoja de
gastos. El promedio de la entrada diaria era de Bs. 2.000. Yo perdía Bs. 200 al
día, ya que mis gastos ascendían a Bs. 1.200. Los gastos de la Compañía solo
montaban a Bs. 800. Allí estriba la diferencia en mi contra y a favor del
conjunto.
-
¿Qué otras impresiones me cuenta en su trayectoria teatral?
-El
primer ring que se levanto en Caracas fue debido a mí. Lo levanté el primero en
enero de 1924 en el Circo Metropolitano. Y por poco voy a dar a la Rotunda.
-¿Por
qué?
-Vera
usted: yo pedí el permiso reglamentario al para entonces Gobernador de Caracas,
Julio Hidalgo. Le expliqué la importancia de ese deporte universal y me concedió
la licencia. Encargué entonces a Panamá varios boxeadores. Cuando la fecha del
primer encuentro se acercaba lancé preventivos de propaganda. Hidalgo me mandó
a llamar y me dijo enérgicamente que el no daba permiso para boxear sino para
simples exhibiciones. No me quedó más remedio que acceder, aunque presentía que
las tales exhibiciones iban a ser un fracaso, como efectivamente pasó. Una
noche, parece que uno de los muchachos que se exhibían salió con la nariz rota.
Al día siguiente me llama de nuevo Hidalgo y sin darme tiempo de hablar me
lanzó una andanada de groserías e improperios innobles. No me quedó otro
remedio que no decir ni una palabra. Se encontraban presentes el Perfecto
Carvallo y Pedro García, el Jefe de Policía. De haber dicho yo siquiera una
palabra me hubieran encarcelado. Yo estimaba demasiado mi libertad personal
para irla a sacrificar tontamente. Después, en la calle, Carvallo me dijo: lo
felicito, si usted habla una palabra teníamos orden de arrestarlo.
Después
supe -prosigue hablando el señor Otazo- que todo se debió a que Hidalgo era
enemigo personal de un socio mío. Sólo me quedó la esperanza de encontrarlo algún
día en la calle sin ser Gobernador… Después del incidente me fuí unos meses a Trinidad.
-Su
consejo sobre el teatro en la actualidad.
-Yo
creo que para que una obra tenga éxito en nuestro público debe ser sencilla y de actualidad. Por otra parte, es
fuerza confesar que el público tiene desviado el gusto del teatro hacia el
cinematógrafo, el cual gusta más hoy a la mayoría. Creo me retiré dejando mi
nombre a buena altura. El público de Caracas, generoso y noble, supo
corresponder a mis esfuerzos y sabe muy bien que sin reparar en sacrificios de
ninguna clase le presenté siempre buenas Compañías de óperas, operetas, dramas,
comedias, zarzuelas, revistas y variedades.
-Con
estas palabras, el veterano autor y empresario notable don Rafael Otazo da por
terminada sus declaraciones. Montó a lo largo de sus actuaciones más de cien
obras suyas. La Viuda Comilfo,
parodia de El rey que Rabio, fue representada más de doscientas veces sin
decaer el entusiasmo en el público.
Otazo
ha hecho en su vida la obra bella y humana, sobre todo humana, de entretener.
Hay quienes nacieron para echar dolor sobre los pueblos. Éste hombre sereno y
tranquilo nació con luminoso privilegio de echar alegría sobre los pueblos.
Merece respeto y admiración.
Francisco Richter
Rafael
Otazo (1872 – 1952) figura a su vez en la historia del cine nacional como guionista de La dama de las cayenas (1911) que, según el investigador Ricardo Tirado: "Fue la primera cinta de argumento (parodia de la famosa novela "La dama de las camelias" de Alejandro Dumas hijo), dirigida por el norteamericano Harry Zimmerman que importara de la Fox Filme de Nueva York la primera reveladora realmente profesional y últimos implementos salidos de USA; creando los primeros laboratorios de cine en Venezuela, los que estuvieron ubicados en una casona de la esquina de Bolero con subvención del propio gobierno de Gómez, llamándoseles flamantemente 'Studios Venezuela' (Así con 'S', aunque eran laboratorios únicamente). La dama de las cayenas resultó un rotundo éxito y su estreno en noviembre de 1911 en los cines Caracas, Monumental y Cajigal fue resonante. Filmada en diversos escenarios naturales de Caracas: El Calvario, el mercado de San Jacinto, el Pasaje Linares, El Paraíso, etc., dejó enormes ganancias". Aurora Duboín, bella actriz teatral hizo de Margarita, mientras Lucas Manzano al galán seducido Armando, acompañados por gente de la escena nacional como Leoncio Martínez, Francisco Pimentel (Job Pim), Edgar Anzola, entre otros; logrando gratamente sorprender la interpretación de los actores. Siendo el año de 1911 el Centenario de la Independencia de Venezuela, los cineastas se abocaron a cubrir con un trabajo febril y coordinado todos los acontecimientos más importantes de ese año tan especial.
El suceso de la película antes mencionada estimulará la actividad cinematográfica en el país y a Rafael Otazo le sigue el guión del largometraje: Don Leandro, el inefable (1918) dirigido por Lucas Manzano, con las actuaciones de otro gran sainetero Rafael Guinand como Don Leandro; y otras figuras conocidas en los escenarios caraqueños como Juan Fort, Manolo Puértolas y, su esposa, Antonia de Puértolas. La cinta constituye una joya del cine mudo del país.
Así también Otazo fue guionista de los cortometrajes: La hormiga, Paseo independencia y Plaza Bolívar; los tres bajo la dirección de Lucas Manzano en el trascurso del año 1920.
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La dama de las cayenas (1911) |
El suceso de la película antes mencionada estimulará la actividad cinematográfica en el país y a Rafael Otazo le sigue el guión del largometraje: Don Leandro, el inefable (1918) dirigido por Lucas Manzano, con las actuaciones de otro gran sainetero Rafael Guinand como Don Leandro; y otras figuras conocidas en los escenarios caraqueños como Juan Fort, Manolo Puértolas y, su esposa, Antonia de Puértolas. La cinta constituye una joya del cine mudo del país.
Así también Otazo fue guionista de los cortometrajes: La hormiga, Paseo independencia y Plaza Bolívar; los tres bajo la dirección de Lucas Manzano en el trascurso del año 1920.
De este sainetista por excelencia se conserva la primera escena publicada por la revista Élite en 1940 de su obra Un diputado modelo (1937), sainete en un acto y tres cuadros.