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Especialista en Teatro Venezolano

sábado, 29 de septiembre de 2012

Foráneos - Heiner Müller



La noche de los cuchillos largos



A. Y cuando la noche se hizo día por el incendio del Reichstag
     Apareció mi hermano en la puerta y no le di la mano.
B. Yo soy tu hermano.
A. Lo eres tú.
     Y si lo fueras, por qué te apareces
     Ante mi cara con manos rojas
     De sangre de los nuestros. Estarías tres veces muerto.
 B. Eso quiero, hermano, por eso estoy aquí.
 A. Me llamas hermano. Y ya no lo soy.
      Entre nosotros pasa un cuchillo llamado traición
      Y eres tú quien lo ha forjado.
 B. Y lo soy y mi mano está roja
      Dame lo que te pido, mi muerte.
 A. -Dijo mi hermano el que ya no lo era
      Sino una mancha y un peligro.
      Ellos lo habían torturado en sus sótanos
      Y andaba ahora en camisa parda y comía de sus platos.
     En sus manos las heridas estaban frescas
     Ahora su revólver estaba sobre la mesa-.
     Hazlo tú mismo.
 B. Si pudiera, hermano, lo haría.
     Ya no soy el que era.
 A. Qué me importa.
 B. Somos de la misma madre.
 A. Arrástrate de retorno.
 B. Mi puesto estaba junto al tuyo en la fábrica.
 A. Ojalá el alambre de acero te hubiese destrozado.
      Debí saber en qué te convertirías.
 B. También estuve en la huelga general
       En la Puerta de Brandemburgo entre gritos de viva
       Con la verdad bajo el brazo estuve contigo.
 A. Tu camisa es parda, esa es la verdad ahora y aquí.
 B. La verdad ahora y aquí. Quieres leerla.
      Por tres semanas he sido papel
      Sobre el que tu enemigo y el mío escribió su verdad
 (Se quita la camisa parda. En su pecho una cruz gamada aún fresca. )
       Y lo que de tu hermano quedó
       Es el traidor.
 A. Qué estás esperando.
      Haz tu trabajo, hermano. Luego mira
      Cómo me desuellan, y con buenas razones.
      Sea como sea, no seré vuestro perro.
 B. Debo acaso decirte cómo se convierte a un hombre en un perro.
 A. Lo veo en ti: has llegado lejos.
      Métete en tu pellejo, perro, afuera ladra la plebe
      Y arranca de un mordisco tu parte del botín.

(Pausa. Ruido de la cuidad.)

 B. No abrí la boca en las celdas de la Gestapo.
     Al salir no era más claro el día.
     Vosotros pasábais a mi lado ajenos
     Mi sangre aún no se había secado en mi camisa.
     Por vosotros había doblado el lomo, ahora
     Para mí sólo quedaba el basurero y estaba ocupado.
     Durante la segunda función tras tres semanas de pausa
     Me sentía en la celda casi como en casa.
     El apretón de manos sustituido por la patada.
     Cuando alguien saltaba la cogían conmigo.
     Como si yo fuera el chivato.
     Ahora cómprate algo para tu honor de proletario.
 (Se pone la camisa parda.)
     Mi compra fue, donde hay un perro hay un pellejo
     La camisa parda, el carrusel se mueve a la derecha
     Y las botas se sienten, no estás solo
      Levantas la cachiporra y los otros gritan.
      Eso era todo. Miré al fondo de mí.
      La Noche de los Cuchillos Largos pregunta quién a quién.
      Yo soy uno y soy el otro.
       Hay uno de más. Quién arrastra a quién.
       Toma el revólver, haz lo que yo no puedo
       Dejar de ser un perro y ser tan sólo un hombre muerto.
 A. Y mientras los nuestros gritaban en las celdas
      Los Cuchillos Largos andaban cortando por Berlín
      Mataba al traidor, mi hermano, yo.